Segundo lugar en cuento dentro del Concurso: Soy Arte, Cuento, Pintura y Poesía:

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Guillermo Alexis Martínez Díaz, estudiante de Ingeniería de Sistemas

Entonces, así es como se siente; así se siente estar encerrado, completamente aislado y sin alguien con quién poder sonreír. La verdad es que, no se hace diferente a cada uno de los días de mi existencia, tal vez por eso no me he vuelto loco esta cuarentena. Es curioso ¿Sabes? Yo siempre quise poder trabajar desde casa, disfrutar del amor que solo me puede brindar una cama, porque a estas alturas, ninguna pareja resiste el tiempo de aislamiento, o al menos ninguna para mí. Pero lo que más me causa curiosidad, es ver el tiempo que supuestamente me queda libre y saber que lo tengo ocupado y organizado para diferentes trabajos u ocupaciones que yo mismo me quise poner. En todo el tiempo que llevo de mi existencia, una década completa la enfoqué en dirigir hoteles. Así tal cual, empecé como publicista hasta llegar a ser coordinador de todo el hotel. A estas alturas puede que no me entiendas, pero en ese tiempo y en el mundo en el que vivía, resultaba muy importante llegar a ser tan si quiera moderador del hotel (algo así como encargado de la seguridad, pero sin armas). Durante todo ese tiempo fui avanzando, desde alguien que resolvía dudas en los pasillos del hotel hasta ser la persona a la que le llegaban a preguntar la forma de solucionar problemas. Dentro y fuera del hotel, el respeto era el mismo, era simplemente yo, pero se sentía tan increíble el hecho de tener tanto poder, tanta responsabilidad, tanta altura, que no cabía en mi propio ser. Te cuento todo esto, porque hace casi 4 años dejé ese mundo; pasé de ser uno de los mejores coordinadores de la cadena de hoteles más grande de Latinoamérica, a ser solo un hombre sin sueldo y sin trabajo. No te lo niego, me di gusto en todas las posesiones que podría tener; cada vez que subía de cargo en el hotel, tenía mejores cosas a mi disposición, mejores coches, mejores casas y más personas que trabajaban bajo mi mando. Todo eso no era mío, nunca fue mío porque la cadena nos regalaba absolutamente todo; y como no tenía familia, era demasiado fácil hacer y deshacer cuanto quisiera y como quisiera, sin compromiso y sin pensar. Eso pasó hasta que decidieran los dueños que yo ya no era tan funcional. Conocieron de la existencia de novatos que estaban haciendo el trabajo más efectivo y cobrando muchísimo menos. Abreviando de una forma muy enorme, terminé saliéndome. Preferí enfrentar mi propio destino a tener que pasar por la vergüenza y permitir que hicieran conmigo lo que querían hacer. Me di cuenta de todo porque esos novatos estaban bajo mi mando, y eran lo suficientemente buenos como para quedarse con la coordinación del hotel. Salí de todo, formé mi vida, me reorganicé y al final terminé siendo un repartidor de pizzas en una sucursal que quedaba cerca a mi casa (la casa que había sido mía, mucho antes de entrar al hotel). Es curioso porque no tenía nada, ni coches, ni casas, ni los supuestos amigos que nunca me abandonarían y siempre se quedarían conmigo sin importar si me iba o no del hotel. Entonces me di cuenta, entendí absolutamente todo; supe que a estas alturas tendría que valerme de lo que pude aprender durante esos años. Dirigiendo a las personas, observando, ayudando, solucionando y haciendo un montón de cosas más, para que todos y esa parte es más verdadera que el aire que respiro; para que todos y cada uno de los integrantes del equipo que dirigíamos el hotel pudiéramos estar en paz y tener en cada momento, un día tranquilo. Pese a que siempre llegaban personas que eran tan cara dura de hacer publicidad a las puertas del hotel, nuestra gente de seguridad se encargaba rápidamente sin tener que llamar o esperar a la policía. Siempre se quiso y personalmente quise, hacer que cada día en el hotel, fuera increíble; para nosotros como equipo administrativo, como para los usuarios del mismo hotel. Con todo lo que te he dicho, te darás cuenta qué tan importante fue para mí haber sido parte de ese mundo, un mundo que ahora veo muy diferente y alejado. De hecho, en ese tiempo, mientras estábamos tomando chocolate caliente en una cafetería, a las diez de la noche cerca de mi trabajo; una chica me soltó una pregunta que no pude responder. Ella dijo: “¿Por qué no creas tu propio hotel?” Y yo sonreí y le respondí: “Jeje.. No lo sé…” Me quedé supremamente pensativo y ella sin dudarlo me abre los ojos como si fuera optómetra y me dice: “En serio, es tu oportunidad; si tienes a tantas personas que siempre quisieron trabajar contigo, conoces absolutamente todo lo que se necesita para trabajar en un hotel, para llevarlo desde abajo hasta su gloria; porque yo te vi hacerlo ¿Por qué no hacerlo?” Me quedé en silencio por un momento y le respondí: “Tienes que entender algo, esa parte de mi vida sigue conmigo; pero no puedo lanzarme de cabeza directamente a los leones, sin estar preparado, sin tener dinero, sin tener un plan B.” Nos quedamos sin decir nada, tomamos cada uno un sorbo de su taza y yo empecé a hablarle: “Es curioso porque siempre me ha gustado hablar contigo, siempre quise saber qué pensabas de mí cuando estaba en la cúpula administrativa del hotel.” Casualmente me dijo algo que siempre quise oír: “Yo tengo que contártelo, porque incluso antes de que entraras en ese hotel, tú eras el hombre que había estado esperando; el hombre que siempre quiere hacerle la vida bonita a las personas, el que siempre quiere verlos sonreír. Me gustaste desde el día que nos vimos por primera vez en el parque paseado a Dogui y Quica.” Me quedé pasmado, sin decir una palabra, me temblaban tanto las manos, que me puse nervioso; estaba sudando y lo único que se me ocurrió fue pedir la cuenta; esa conversación la tenía que hacer pero no sentado en una cafetería. Levanté mi mano, me enredé con la taza, me lancé el poco de chocolate que tenía y me quemé la mano por imbécil. Casualmente salté de la cama y me desperté asustado pensando que me había quemado. Sí, al entrar en conciencia y relajándome un poco, supe que seguía pensando en la única mujer que había amado durante toda mi vida, incluso ahora que ella estaba muerta. Disfruta los momentos cuanto más puedas, pásalo delicioso y simplemente no pienses en lo que podrías o no tener mañana. Pero ten cuidado, las decisiones de hoy, tarde o temprano afectarán nuestro futuro.